Crónica 6ª: No hay mal que con kiwi no "sahne"

¿Qué ha de hacer uno cuando se siente solo en cualquier parte del mundo? No pensar en uno mismo, y darse. Darse a la belleza, a la armonía entre cuerpo y cuerpo, al roce de dos visiones; a una mano, a un corazón podrido de latir…darse a la vida.

Un kiwi vale 0,29 céntimos (sin establecimiento de llamada). ¿No es increíble? Pequeños estreñidos de todo el mundo, os llamo a que vengáis a Alemania a comer Kiwi. No habrá zumo de naranja por menos de 1,35 euros, pero podréis deleitaros con unos kiwis riquísimos (un 8 en una escala del 1 al 14 respecto al sabor del afamado fruto).

Esta tarde compré una docena, quedando 4 de ellos totalmente con el traqueteo de la bici apureados (sí, sé que esa palabra no existe, que el “puré” no tiene un verbo en sí, pero después de escuchar esta tarde el verbo “achistar” por parte de Saray, decidí inventarme el vocabulario); según ella, achistar es eso que ocurre cuando queremos estornudar o bostezar, y al final no hacemos nada. Para mi eso es una “no coincidencia entre el ritmo respiratorio y el diafragma para con la oxigenación del cerebro”, o lo que es lo mismo, una putada. 

 (fotografía correspondiente a la ropa primavera-verano aquí)

Una vez inventé (me gusta creer que fui pionero en esta técnica) un método para estornudar que da gusto: mirar al sol. La última vez no había sol (estaba en Münster) así que me quedé cual niño pequeño mirando lo que parecía una luz de flexo de un escaparate, en busca de mi estornudo. No estornudé, pero entoné un maravilloso “hallo” al ver tras el cristal a una persona. No era el dependiente, no llevaba ninguna marca.

Si hubiera sido el dependiente, me habría gustado decirle un “gracias” por poner la luz. Lo que pasa es que, el “gracias” y el “de nada”, dependiendo de la situación se complican. Os relataré dos situaciones, y veréis:

a) Compro un dulce, y me dicen “danke schön” (muchas gracias). Entonces respondo un “bitte schön” (de nada).

b) Compro un dulce, y me dicen “bitte schön” (de nada). Entonces respondo un “ahhh”. A veces respondo un “¿en serio?”, o un “ohne ohne”. Una vez incluso respondí "pues en mi casa hay un botijo, y mi pueblo es patrimonio". Pero ninguna de las veces que lo intenté salí con éxito. Siempre me miran extrañados.

Los alemanes son muy complicados. Lo bueno es que no se ríen de nuestra precisión a la hora de hacer el ridículo. Como todos sabréis ya por mi blog, Münster es la ciudad europea de las bicicletas, con una media de 3 bicicletas y media (rueda y freno de atrás) por cabeza. Nosotros, al ser más bajos, no entramos en la estadística “por cabeza”, pero si en la de “por tórax”: 1 bici y cuarto (manillas y timbre) por tórax. 

(casas típicas de Prinzipalmarkt) Fotografías de hoy por Saray

 Pues bien, un día soleado (irónico) en que lucía un sol espléndido (cáustico) con un calor anormal (mordaz) y unos rayos penetrantes (satírico), la ciudad entera se echó a la calle: una carrera de bicis. Ese día había música de verbena de los 70 por todas partes, y regalaban cosas; y de entre todas las cosas que ofrecían, se encontraba una tela azul extraña, dejémoslo en eso. Entonces, Pupe y yo, tomamos una tela extraña azul cada uno, por tórax… y ,¿qué hicimos? Ponérnosla de gorro. Parecía un gorro de ducha, y no nos combinaba, pero teníamos que hacerle el apaño.Así hicimos el canelo.

Ahora bien, os preguntaréis por qué hicimos el ridículo. Pues muy sencillo. No se trataba de un gorro de ducha azul, sino una funda para proteger el sillín de la bici. Si, si, el sillín; ahí donde traseros se acomodan gratamente, donde la gente reposa sus carnes. Parecíamos casi guiris, pero tampoco quiero desprestigiar a los foranos. 

Enfin amigos míos todos, espero subir para la próxima el vídeo que tengo preparado desde hace un par de días. Internet aquí es lentísimo, y no lo cojo hasta bien entrada la noche (9 de la tarde hora española). Un fuerte abrazo desde Münster. 

Tschüss