Crónica 19: Del desamor a las chinches; inferno, pulgatorio, paraíso (penúltima crónica)

Pequeña nota aclarativa antes de comenzar:

Esta es la penúltima crónica de este pequeño blog que creé en Alemania. A la 20 va la vencida, y con ella vendrá la que será mi última transcripción escrita de lo que fuera, hablando ya en un futuro casi actual, mi última impresión a compartir con vosotros desde Germania.

Cuando era pequeño era propenso a asustarme de la lluvia, de las tormentas ubetenses, conocidas todas ellas worldwide por ser patrimonio de la humanidad. Sin embargo, David pequeño (oséase yo a mis 8, aún sin pelo, con pilila y ya con entradas) agarraba fuertemente un pequeño santo de trapo que en el taquillón del pasillo de mi casa (también Patrimonio por la Unesco) había descansado desde casi que fue cosido. A este santito le llamaba “San Martín de Porres”, en honor a las tortas Sevillanas que toman su nombre como marca. Sin embargo, el santo estaba lejos de ser San Martín, más que nada porque era negro.

(libros que me llevo para España)

Entonces, cuando alcanzaba el agotamiento por mi pavor hacia lo atmosférico, siempre llegaba a un pensamiento que me tranquilizaba (creo que Melendi también llegó a él, pero él siempre tuvo pelo y pilila, y eso nos diferencia): “después de la tormenta siempre llega la calma”.

Con todo esto quiero decir, que nunca olvidé que tenía un blog empezado, cuyo final habría de enhebrarse tarde o temprano, pues aunque sean pocas las personas que lo leen, personas son, con sus distintivos gustos sexuales y diferencias físicas.

He pasado por una tormenta, más bien por un aguacero, por un Katrina de la acera de enfrente; pero todo volvió a su normalidad, y hoy, aquí, en 21 días, me atrevo a contarlo.


Inferno

Sí, llegué al inframundo, al séptimo sello tan bien descrito por Bergman, aunque allí el único bufón era mi inocencia. Hará unos tres meses aprox. Me enamoré. Quedé rendido ante la belleza inigualable de un ser blanquecino, ojos grisáceos, habla teutona y piel de una caricia casi obligatoria. Caí tan rendido ante tal prodigio, que la gente murmuraba en tono de desprecio a mi alrededor  reglas de tres del tipo:
“David es a amor, como Ramón G. es a su capa”

Siempre te avisan. Déjate de amor. Es un error llegar a esto en una beca de 10 meses de duración. La distancia es innegable, e incombinable. Sin embargo, de todo hay que sacar algo en positivo, y esque, sin esta aventura de tres meses, y sin los 9 intentos de enamoramiento anteriores (y los tres posteriores), para con gente germana  de idioma natal, no habría conseguido ni en cientos de cursos el alemán que sigo modelando.

Yo caí en la tentación, y sucumbí ante el intento de no forjar algo de lo que uno difícilmente se pudiera después desprender. Ya éramos una sola persona. Entonces llegó abril, el mes de abril, y con él recibí una llave de su casa por parte de su familia. Ya era oficial, era alemán. Me hicieron alemán, al entrar en su círculo de sangre rubia. Comía con ellos, dormía con ellos, e incluso me reía con ellos frente al televisor. Vamos, la familia feliz que vota al pp (véase Angela Merkel).



Pues bien, aquello duró poco, y en mayo cayó la tempestad, la cual resumiré en 5 fases:

a) Mi sala de premios recibe, por segunda vez en mi vida, otra condecoración formada de cuernos y desamores (vamos, que me los ponen doblaos)

b) Paso dos noches ingresado en urgencias porque mi cuerpo, a partir de las 11 de la noche, se vuelve rojo y me pica.
 
c) Vivo durante una semana en 4 camas diferentes, porque según Pupe y Google, quizás mi cuerpo estaba rojo porque en mi cuarto hubiera chinches. Tiro todos los muebles, abrigos, ropa de invierno y demás objetos que creía podían tener las chinches
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      d) Noche ingresado en urgencias por temor a tener la infección de las verduras, y con ello casi una semana con dieta de aguachirri (véase sopa y arroz).

      e) Insomnio, amanece a las 4 de la mañana, y entre los pájaros y la luz que se cuela por las no-persianas de mi cuarto, no hay quien duerma. 

Todo ello, unido a la humillación de las risas del alergólogo al decirme una semana después, que la idea de las chinches era del todo imposible, significó en mi vida pasar de 63 kilos de gimnasio a 57 de penuria.




 (Películas que vi en Alemán que recomiendo)


Pulgatorio

De este no puedo hablar, puesto que lo cerró el Papa hará unos años. (Para incrédulos, infórmense googleando).


Cielo

Y pasó mayo, el mes más largo, el mes de las flores, el mes de María, y en el que se estrenó la Jesulina en 1998 como modelo. Y llegó Junio, su primera semana, su mitad, hasta la actualidad.
Ya recuperé mis kilos, y con ello, me sentí otra vez con fuerzas para escribir sin pensar que en el teclado de mi ordenador pudiera haber escondida una chinche. He de añadir, que si algún día padecen de esos bichillos, por favor, no le pidan información al respecto a mi hermana, pues en aquel momento, llegó incluso a decirme que dejara un límite de 32,5 metros de distancia a partir de que anocheciera respecto a mi habitación…
Y ahora me paseo por el cielo, por una Alemania de verano que desde que es verano se ha vestido de unas nubes espesas, cargadas de lluvia, viento, frío, y desesperanza por no poder broncearnos, tras haber invertido parte de la Erasmus en Babaria.
Ahora os dejo, que quedé para ir al cine a ver “El árbol de la vida”. Sinceramente, espero ver otro árbol…
Posdata: Me compré un ukelele, un tambor de truenos, una kalimba, un xilófono, la serie entera de los soprano, hice una nueva maqueta, me corté el pelo, os llamé una noche desde una cabina alemana para saludaros, aunque pocos de vosotros me cogisteis el teléfono; hice un par de conciertos, en unos días doy otro; vi una foto de Belén Esteban en la puerta de un cuarto de baño de un alemán, y causé una gran confusión y risa en una clase al representar un trabajo, y esto último lo explico como cierre a continuación.

“Anécdota de mi exposición en clase”…

Érase una vez un estudiante de Úbeda, quien en una clase tuvo que hacer una exposición sobre cámaras, y en la que dijo lo siguiente:
-Es gibt auch Kammera für kindern mit Hallo Kittie bzw. Bob Schwanz Kopf...

Lo cual causó multitud de risas, puesto que en lugar de escribir „Bob Schwamm Kopf“, que significa Bob Esponja, escribió “Bob Schwanz Kopf”, que significa Bob Cabeza de Polla… Con lo cual la traducción entera de la frase quedó así, y todo por confundir Schwamm con Schwanz…

-Hay cámaras para niños con Hello Kittie o con Bob cabeza de polla…



¿en qué estaría pensando? Buenas tardes

David

Crónica 18: La que vino y se quiso quedar


Hola amorosos. Hoy es el cuarto día con Marina, la chica que llegó a visitarme procedente del maravilloso poblado Úbeda, ciudad PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, vale?? Sí, lo sé, eso es muy fuerte. Quizás tengáis incluso envidia. Es natural, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. Se dice pronto (lo que anteriormente leísteis, no es más que un fragmento de la frecuencia con que a uno de Úbeda se le viene el absurdo orgullo patriótico en mente, véase: CasaPaco, Molina Confecciones y Jaque.


Son muchas las anécdotas que nos ocurrieron, pero resumiendo, y acortando vuestro tiempo, aquí van las más señaladas, aquellas que hicieron que Marina se enamorara completamente de Alemania, introduciendo entre sus planes de futuro la posibilidad de abrir un negocio flamenco en la ciudad. Ella pelaría las papas. Yo haría el show. Ella también. 

a) Las cani-móvil: ¿Qué coño hacen dos canis alemanas de metro sesenta sentadas separadas entre sí (una al principio del bus, y la otra al fondo) partiéndose el culo en silencio, mientras sostienen el móvil en la oreja? El cipote. No hay más. Nosotros creíamos que alguien les contaban un chiste infinitas veces, sin embargo, tan sólo se estaban llamando entre sí. Fue una situación bochornosa, pero entendimos el concepto lucha de clases.

 

b) El revisor bizarro: Érase una vez, un hombre de sesenta años que visitaba Mallorca en vacaciones, con un móvil demasiado moderno (hoy la cosa va de móviles). Resulta, que para viajar más barato (gratis), cuando alguien nos visita desde España le pedimos los carnets a los que estudian aquí, para que ellos los utilicen, y no paguen nada en el trayecto de dos horas desde el aeropuerto a casa. Pues bien, Marina viajaba con documentación falsa. Era una indocumentada, hecho que no le afecto, incluso le provocó cierto agrado (los senderos del señor son inescrutables). 

Entonces, David, el que viene siendo yo, tuvo miedo de que el revisor la tomara con Marina, que sólo sabe decir en alemán “zorra vieja y patata”. Pero nada grave ocurrió, al contrario, algo bizarro. El revisor tenía un móvil en el que grababa frases y un gato las leía. Se pasó cosa de 15 minutos grabando todas las frases que sabía en español. Yo me quería morir, quería empadronarme en otro país. Recitó desde la fabulosa frase “una de bravas” hasta “vamos a la cama”. Insisto, cuánto daño hace Mallorca.

(Marina en uno de los puentes-canales de Münster)

c) No se ayuda al que roba: Anoche, jueves por la noche, fue la noche de los hurtos. La gente deposita los muebles que no  necesita en la calle, para que un tractor de esos del Western venga al día siguiente con Juanra montado encima con su bigote y sombrero a recogerlos. Pues bien, los jóvenes (y no tan jóvenes), aprovechamos para llevárnolos a casa. Entre tanto, mientras elegía la mejor “furniture” del lugar, vi que una mujer necesitaba ayuda, pero no la pedía. Pues bien, se la ofrecí desinteresadamente. No podía subir una bicicleta a la acera, ¿por qué? Porque la había robado. Tenía la cadena puesta. Pero la ayudé. Espero que el día de mañana me respeten la mía, pues el que ayuda a un ladrón, tiene mil años de bendición!! (cáyense aquellos que se saben la dicha)

d) Los silbidos de un obrero: Marina quedó estupefacta ante el hecho que les contaré. Íbamos por la calle, cuando nos topamos con un obrero, el cual silbaba “Para Elisa”… Esto es Alemania. Mi amiga se refirió a este hecho diciendo que eso en España no ocurre, que allí los obreros o cantan Radio Olé o los Gipsy King.

(con Pupe haciendo yoga en el lago)

e) La tienda bizarra: Yo ya sabía que mi amiga era un poco folclórica (véase en Youtube el vídeo de Sarita Montiel cantando una saeta), sin embargo desconocía la faceta de Marina de alardear a los cuatro vientos sus frases despectivas. Resulta que nuestro interés, mientras caminábamos por la calle, se concentró en una tienda de tres escaparates y medio de pelucas. Nos maravilló. Estábamos deseando de entrar y de probarnos los pelámenes. Pues bien, nuestro gozo en un pozo. Allí que entramos nosotros, las pelucas desaparecieron, pues la tienda resultó ser por dentro una frutería llena de plátanos negros y de africanos, y con africanos no me refiero a los plátanos. Seis Senegaleses chillaban entre sí. Sin embargo, Marina chilló más, y entonó su frase: "Ostia, esta es la tienda más bizarra con que me he encontrao yo en toa mi vida". Nos fuimos algo escopeteados.

Así pues, en este preciso instante dejo de contar, debido a que he de preparar una fiesta en casa, fiesta que hacemos hoy, sábado por la noche, aunque en realidad deberíamos estar en Berlín. Pero ocurrió algo tontuno e inesperado. Perdimos el tren. Ya habrá más detalles


 (Colección del bolsas en mi cuarto)
Buenos días, tardes, noches, y pascuas

Crónica 17: De cómo no venderse al ganado


Antes de todo, la crónica sobre mi peor experiencia en Münster, y lo que sucedió “In Mordor”, la pospongo para la siguiente semana. Perdonen las molestias.


Amigos, amigas. Buenos días. 

Hoy estoy feliz. Hoy amo a Alemania. Es uno de estos días en los que me apetece cenar a las seis, comer Currywurst (salchicha con curry), escuchar DKultur (mi canal de radio favorito, donde por las mañana te leen cuentos), e irme a la piscina a remojarme. Sí, a remojarme, no a nadar o a estirar.

REMOJARSE EN UNA PISCINA: Dícese de lo que hace un alemán de edad avanzada, con un pie en la jubilación anticipada y el otro en el agua. Dicho fenómeno ha de realizarse con la menor melanina posible. Si de fondo suena schlager (música folk alemana, véase "de crucero por Mallorca"), mejor. 

 (retrato que me realizaron para mi cumpleaños)

Y es que ayer me vestí para la ocasión (bañador y gorro de plástico, aunque aquí los gorros no son obligatorios) y pagué mi entrada para la piscina (3 euros). Cuál fue mi sorpresa cuando al entrar, me encontré con que aquello estaba lejos de ser una organizada competición individual de nado, para convertirse en una bacanal de movimientos desordenados, cuan garbanzos en un plato rebosado. Me fui. Me di la vuelta, me puse de puntillas, para parecer más indignado, y huí. Pagué tres euros, y no me mojé. Ni siquiera me meé. 

 (cantando en el lago)

Quería mearme. No por placer, sino por protesta. No puede ser posible que no se permita orinar y sí se permita entrar sin gorro. Para mí, tanto monta monta tanto, el pelamen como Fernando (Fernando era propenso a orinarse en el complejo "piscinario" de Castilla la vieja).

Por la noche asistí a Emergency. Esta es una fiesta de índole caucásica en la cual todo el mundo se frota con todo el mundo, en la que el contacto prima. Vamos, una de las de Lorca y Antonio Gala. Cuatro plantas llenas de comercio. No me gusta la idea, pero si vas con amigos es divertido. Es como jugar al Super Mario: has de ir esquivando las protuberancias del camino. Pues bien, en medio de la partida, cuando iba ganando, me quedé solo. Mis amigos habían encontrado una entretenta. Así que empecé a bailar solo. Tenía muy clara la idea de no perrear con nada ni nadie (digo nada, porque conozco a gente que perrearía hasta con una farola de esas que cuelgan un amable cartel de circo). Pero me pusieron una canción que me puede. No se ofendan, pero no todo en la vida es Mozart y música culta: Shakira (canción del mundial). Pues claro, me emocioné. Era lo más español que había en la sala. 

Perreé. Perreé con todas mis fuerzas. Mi cadera giraba cuan péndulo extraviado de su órbita (pobre Foucault). Y así, en esta situación, ocurrió lo inesperado. Se me insinuó un enemigo fuerte y peligroso, el cual en su época fuera rubio, aunque ahora poco quedara de aquella melena dorada. Su táctica y movimiento fueron sencillos:

a) Alzó su mano y me introdujo en mi bolsillo derecho un billete de 50 euros
b) Entonó en un imperfecto español la siguiente secuencia: “Jamón, sierra nevada, hola, hola”
c) Hizo un amago de sonrisa bonita
d) Se abrió levemente de piernas para equilibrar su estatura con la mía.

Ni que decir tiene que salí apabullado, corriendo, temeroso, dolorido, agachipado, agazupado, pervertido, desilusionado y desbienaventurado. Aún si el billete hubiera sido algo mayor…  

 (Mujeres, el centro de mi inspiración, en el rodaje del vídeo que adjunto al final)

Magie (nombre que recibe cariñosamente Angela Merkel en Alemania) les debería enseñar esa práctica con billetes de los grandes, y el país se levantaría aún más (si cabe). Después de esta anécdota, un ruso del tamaño de un ruso se me acercó y me dijo que su amigo ruso estaba interesado en "hablar conmigo". Yo le dije: Nanai. Pero después vi al ruso, y...

Desde que estoy aquí muchas son las discusiones que se plantean cuando se habla del concepto de Europa, y de la función de España en esta, económicamente, por supuesto. Quizás saltarían más chispas, de no ser porque tenemos Mallorca. Con eso podemos hacer chantaje. Una conversación factible y favorable para el español en terreno económico podría ser:

*Alem- En mi opinión, España es comparable con Grecia, por su crisis, porque sus medidas…
*Españ- Sí, sí, pero en Mallorca hay una tienda de horchatas que por la compra de dos te regalan un tocado siberiano con forma de ensaimada.
*Alem- Amén.

Por cierto, si algún lector más desea hacerse partícipe de la red de cartas que he comenzado para revivir el negocio postal, que me envíe su dirección a mi email: daviducles@hotmail.com Me encanta, me maravilla el enviar y recibir cartas, y esto es algo que ha prosperado desde que estoy aquí. Marina, Pablo, Maider, Adriana, Delphine, Nacho, Juanra, … ¿alguien más se anima? Además, si lo hacéis AHORA, vuestra contestación será enviada en un fabuloso sobre alemán “sin saliva”. (Si el pobre Esteban se entera de este concepto, se queda Úbeda sin tabacalera).

 (carta recibida por mi queridísima Delphine)

Con el sobre son pegatian y sin saliva,  no había visto un invento tan bizarro desde el parking exclusivamente para mujeres que encontré hará unas semanas en el cine más grande de la ciudad. Mujeres, defiéndanse de esta injusticia. No puede ser posible. ¿Qué será lo próximo, uno para feas y otro para gordas? Cuanto más se incentive la diferencia entre los sexos, mayor será el sexismo. 

Bueno señores, disfruten de esta semana. La mía estará algo movidita. Hace una semana conquisté sentimentalmente a la Grecia, y ayer parece que la Rusia quiere competir por el podio. Además, mi amiga, compañera, fidedigna consejera y apoyo en el camino, Marina, vendrá a visitarme durante una semana. Viajaremos a Colonia y a la lejana Berlín. Os enseñaré las fotografías que hagan falta. Os amo.

Besos

 

Crónica 16: Concierto y cumpleaños


Es maravilloso el sentir que caes de un séptimo piso y despertar. 

¿No se puede decir “el sentir”? ¿Es gramaticalmente incorrecto poner “el” delante de “sentir”? Si así lo fuera, me da igual. María Moliner lleva varios años morando de la mano de Shakespeare, y las letras de la RAE son tan bonitas como viejas. Nadie me va a denunciar. Uso el lenguaje como me da la gana; estudio traducción. No deberían contratarme. Pero a veces, la forma es más bella cuanto más irregular y propia es. Si algo les parece bello, aunque no sea correcto, díganlo. Si prefieren decir “me se” en lugar de “se me”, adelante. No cohíban sus deseos más impetuosos, recréanse en su intención. Salgan de sus respectivos armarios lingüísticos.


No me he puesto enfermo, hace menos frío, mucho menos; no se me ha roto más la bicicleta, me he reinventado en el amor, me alimento muchísimo más, y creo que engordé un kilito (al menos sí engordé un kilito más, con fiesta sorpresa incluida, en la cual me sonrojé hasta sangrar por los encarnados carrillos). Es curioso que recuerdo más bien poco de mi abuela, quien hace tiempo que voló; sin embargo, aún sin recordar palabra alguna de su ser, podría afirmar ante el fuego que ella decía “encarnado” y no “rojo”, y "carrillo" y no "mejilla". Uno recuerda lo que necesita, pero no recuerda por recordar.

Durante estas dos semanas, han ocurrido varios acontecimientos memorables. Comenzaré por relataros de forma ordenada (aunque con algún desvarío que otro) mi primer concierto en Alemania, mi Cumpleaños, y el día que pasé In Mordor.

a) Concierto: 

En mi vida había dado alrededor de unos 16 conciertos antes del presente, pero siempre en compañía. Con mi anterior grupo, Uclés, pude comprobar lo que era actuar en solitario, pues algunos temas los hacía así. Sin embargo, el día en que me lancé al tumultuoso mundo del cantautor llegó aquí, en Alemania, hablando entre canción y canción en un idioma que aún no llego a dominar, y, curiosamente, ausente de nervios.




No podía creerlo. Ni pre-infarto de miocardio, ni hipérboles incontinuas relativas a mi tartamudeo pre-concierto, ni extrañas diástoles y sístoles. Todo mi ser estaba apaciguado. Supongo que mi David interior comparó esa situación con la que me ocurrió allá por un mes de mayo en Córdoba. Entonces tocábamos el grupo y yo en el Alcázar, cerrando la programación del Festival Ídem. Horas previas a aquel concierto me dio una insolación. La tarde anterior no pude hacer otra cosa que tomar el sol cordobés despavoridamente. Sin embargo, no fue una insolación cualquiera, pues aquella estuvo acompañada por una sopa caliente y una ducha hirviendo, al pensar yo que se podía tratar de un resfriado. Consecuentemente, al día siguiente el dar el concierto o no pendía de un hilo, de mi frágil y caliente entonces salud, y del resultado de las pruebas de urgencias. ¿Quieren saber si al final lo di o no? Dejen que el tiempo se lo muestre, pues no seré yo quien se lo aclare. (No)

Aquí en Alemania vendí alrededor de unas veinte maquetas, exactamente ventipico.  La gente me aplaudió, mi orgullo crecío, y después me convertí en una persona déspota y “glamurosa”, frívola y nada sencilla. La gente se dio cuenta de ello, y me quiso mucho más. Incluso llegué a desnudarme y a abofetearles con un guante a todos ellos, mientras se ponían de rodillas. Tenía todo a mis pies, toda Alemania del oeste rendida ante mí. Entonces comprobaron que no estaba tan dotado como pensaba, y dejaron de quererme. Al final Freud tendrá razón: “más vale falo grande en mano, que ciento volando”.

b) Cumpleaños: 

No pensé que iba a tener una fiesta sorpresa, aunque estaba totalmente seguro de ello. Así de incongruentes son los razonamientos sobre los cumpleaños aquí. Por un lado, sabes que la familia Erasmus te hará algo. Por otro lado, temes que no sea así, te miras al espejo, y empeoras los presentimientos. 


Durante todo el día estuve pensando cómo había evolucionado mi orgullo cumpleañero a través de estos últimos años. Hacía dos años me hicieron una fiesta sorpresa (gracias Delphine, que en paz descanse donde quiera que esté, aunque supongo que a estas horas en su cama de Toulouse viendo Mujeres Desesperadas temporada 45). Hacía un año me la hice yo mismo. Me cociné el pastel (de queso), les dije que encendieran las velas, y esperé fuera del salón hasta que encendieran todas y apagaran la luz, ensayando mi mueca de “sorpresa inesperada” mientras tanto. 

Así pues, días antes de mi cumpleaños, mientras recorría Münster con mi bicicleta, la cual su rueda de atrás tiene un hierro salío, y a veces temo que se suelte y sea embestido en el mismísimo estado de Ojal-io, pensé en que este año no me felicitaría ni el Tute, famoso por su parentesco con la Paqui, hija del Jorge de María la Coneja. 


Perono fue así, y obtuve mi fiestecica. Cuando entré en la sala donde me sorprendieron, me sonrojé, agaché la cabeza, y me emocioné (no lloré, eso sólo lo hago con los Puentes de Madison y Meryl Streep), o con Maude en “Harold y Maude”. También lloro cuando en Titanic veo morir la tapicería de la Popa.
Fue una sensación extraña, pero bonita (la de la tapicería).

Así pues, con esta sensación en el cuerpo de “recuerdo amoroso”, me despido, y espero dejaros en ascuas sobre mi siguiente crónica relativa a lo que aconteció el peor día desde que llevo en Alemania, In Mordor.

Buenas noches, España, Francia, América, Espejo…

David

Crónica 15: Segunda etapa germánica, comenzó...

Querida Ángela Merkel, este año he sido bueno, y no querría, por tanto, que vueso país siguiera comportándose conmigo de un modo impersonal. Quisiera que en este nuevo año nos intercambiáramos los roles, vosotros levantarais España, y nosotros…en fin.



 (yo en el 93 con melenas, cuando luchaba contra tiranos de bigotillo y abdominales)

Soy feliz. A mí se me hace feliz con poco. Resulta que uno de mis amigos, un poquito metrosexual, pero adorable igualmente, me comentó que, para sentirse más sano, bebía todas las mañanas un vaso de leche. Al principio no me sorprendí, puesto que Belén Rueda lo hace todas las mañanas (saltando desde un barco y diciendo siempre la misma frase). Pero después, él supo cómo captar mi atención. Me dijo algo así como que la leche era natural 100%. Me gusta el algodón 100%, el chocolate 100%, y ahora no puedo pasar sin la leche 100%. Es increíble, me siento mamando las ubres, sintiendo como la leche me cubre por dentro, me alimenta, me eleva hasta el cielo, pasando por la diócesis provinciana y por el decanato parroquial. Es vida, créanme. Así que, ya tenéis otro incentivo para venir a verme. Leche

 (Guitarreo espontáneo)

Aquí en Alemania vuelvo a sentirme genial, pero no como en casa. En realidad la gente cada vez se le parece más, la comida tampoco difiere tanto con el tiempo, y al clima se acostumbra uno, como en España… Sin embargo, Alemania nunca podrá ser España. ¿Sabéis cuáles fueron las primeras palabras de caricia que me dedicaron nada más llegar a tierras hispánicas en mi vuelta navideña? “Quítate eso de la cabeza, mierdoso”… Y todo por llevar un gorro con orejeras. Esto es cultura, es don de gentes, es amor fraternal…esto, es, ESPAÑA.

Se lo intenté explicar a un amigo de acá. Le dije que hay muchos módulos de población algo difícil de tratar con ellos. No me entendía. Le di diferentes ejemplos: kinkis, canis, chonis, poligoneros, fosforitos, gentuza, chorizos, jinchos... Pero nada, seguía sin entender. No sólo eso, sino que se puso a enseñarme diferentes prendas de ropa que podrían resultar un poco atrevidas para usar en España, según mi descripción anterior, para que le dijera si, cuando viajara a la península, podría usarlas o no. Pero no me molesté en darle una respuesta con cada prenda. Únicamente le dije: "Amigo, con esta gente basta con que seas guiri". Así va España… (si Jesús Puente levantara la cabeza)


 (Cartel del principito, fotografiado por Pupe en Berlín)

De todas formas, os diré algo. Prefiero a alguien de la calle, poco curtido, y con poca educación, que a alguien que frivolice constantemente con su alrededor por haber nacido en el seno de una familia de lujosos posibles. Es decir, prefiero al kinki que dedicó ese cariño especial a mi gorro, que a la señora del zumo… ah, pero, ¿todavía no la conocéis??

Parábola de la señora del zumo (o lo que me ocurrió poco antes de despegar de España)
"Había una vez un niño que estudiaba en Alemania. Se encontraba aquella tarde en un sitio muy cutre, Terminal 1 de Madrid. El niño, llamado David, se acercó a un mostrador para pagar un sándwich de pollo. Allí se encontró con la mujer del zumo, ostentosa como ella sola. La señora estaba discutiendo con su marido y con el dependiente. No quería su zumo. Después de haberlo pagado, decía que no quería el zumo por dos motivos:

a) estaba servido en vasos de plástico

b) sino se bebe tras sólo un minuto de su elaboración, ya no sirve, pues pierde sus proteínas

ME CAGO EN LA ASQUEROSA DE LA MIERDA EL DESPOJO DE LA SOCIEDAD LA MALA OSTIA DE LA ASQUEROSIDAD SE DESPRENDA SOBRE ELLA AY QUE MAL SE QUIERE LA MUY PUÑETERA BAZOFIA DE LA MIERDA DE LA REPUGNANCIA CONSISTENTE EN SU CABEZA DE ASCO



(Mi vecina Melis y yo, celebrando en cumple de Didi y Linki)

Quitando este episodio, mi marcha hacia Alemania no fue nada mal. Comparándola con la primera, aquella desastrosa experiencia, (la cual podéis leer en la primera crónica en este blog), este viaje fue maravilloso. Incluso creo haber superado mi miedo a volar. No me mareé a la subida. No sé si por la pastilla que me tomé para el mareo, biodramina, o por mi predisposición a  no asustarme. Sea como fuere, lo conseguí. Logré viajar sin agarrar la mano de Pupe, compañera de viaje y de Erasmus, como ya todos sabéis. El único mal trago de todo el trayecto, además del de la señora de zumo, fue el momento “sudadera de los 90”. (Por favor, mi hermana que es experta en moda, y Alberto, que no lean esto, o querrán quedarse sin David)… Para pasar el control de equipaje, como llevaba sobrepeso (es la primera vez en mi vida que me dicen eso, sobrepeso yo,  que ni siquiera llego a mi peso ideal), tuve que ponerme muchas capas, y entre ellas, una sudadera ATADA A LA CINTURA… Lo sé, eso está totalmente desfasado… soy un cateto de los 90. Lo siento

Ahora, sin más dilación, me despido, que me espera la leche 100%.
 Buenos días!!