Crónica 12: El sol, bendito redondo

Este fin de semana visitaré Köln (Colonia). Esta ciudad sufre una de esas traducciones que antaño se realizaban sobre los nombres propios de ciudades y personalidades importantes. Otra de las más famosas traducciones en Alemania es la escritura de Múnich en lugar de München, o de Renania en lugar de Westfalia, nombre que recibe la región a la que pertenece mi ciudad, Münster. El nombre de Münster en su momento lo dejaron sin traducir, pero sí crearon el término “muñiste” a modo de gentilicio (al menos, wikipedia así lo hace constar).

(en un Coffe Shop con Marta en Amsterdam)

El sol, ese astro que en los anuncios de Ocaso sale espléndido, el cual es objeto de deseo por aquellos que residen en lugares más cerrados a la luminosidad (véase Europa central, del norte, y del este), es un bien preciado del que poco disfruto acá. Si algo he podido aprender, aprehender, y anhelar, es la sombra, pero no aquella que rodea y amarga todo cuanto predomina por la falta de claridad, sino aquella que se ofrece con resistencia frente al ardiente reflejo solar. Creo que es lo que más nos diferencia, sin duda alguna: el sol. Nuestra cultura es una cultura solar, la suya es una sombría, y esto hace mucho, al menos, desde mi humilde parecer.

Cuando uno pisa tierras diferentes a la suya, y entabla con su alrededor, con su entorno y demografía, va tejiendo ideas que sucumben en una explicación del porqué la gente es diferente según la zona en la que viven. Pues bien, mi explicación gira constantemente en torno a la maravillosa bola anaranjada.

(imagen de una de las casas del barrio ocupa de Amsterdam)

A continuación, desarrollaré en dos principales apéndices lo que buenamente, desde mi más honesto parecer, creí causante de las mayores diferencias en la personalidad de un alemán y un español, entre un soleado y un algo blanquecino; entre la mayor potencia de Europa, y aquella que está en quiebra constante:

a) Se trabaja menos con sol. ¿En qué me baso para decir esto? Se supone que con la luz solar uno está más motivado (mi madre decía que por eso se realizaba el cambio de hora, para que por la mañana haya más horas de sol, para los estudiantes). Sin embargo, mi experiencia me ha dicho lo contrario. Veréis, las horas de estudio propio generalmente se realizan por la tarde-noche, puesto que por la mañana tiene lugar la enseñanza. Cuando aquí anochece a las cuatro, y ya no tienes clases, llega la incertidumbre sobre qué hacer, y la respuesta es rápida: a casa. Y en casa, hay más probabilidades de ponerse uno a estudiar que en un parque. Sin embargo, en España, generalmente uno se va a la calle. Así, el nivel educativo en Alemania y su economía son mucho mayores. Es increíble lo que rinden en estudio y en conocimiento de lenguas los estudiantes de acá, en comparación con los españoles. Casi todos hacen dos carreras más dos lenguas al mismo tiempo.

 (Fotografía realizada por Jose Álvarez, compañeromío erasmus, en uno de los canales de Amsterdam)


b) La cultura la teje el calor. Sin el sol, el frío es más frío. Como diría yo mismo en un intento de ser refranero: No hay pájaro que con frío no se acurruque, y acurrucado uno no se pasea. A nadie le apetece visitar al vecino con menos 15 grados en la calle. Esto ha podido conllevar que la cultura alemana sea mayoritariamente una cultura de puertas para adentro, mientras que la española o la sudamericana (con sus más y sus menos), son culturas compuestas por muchas otras sub-culturas de gran fortaleza, basadas en un fervor constante hacia lo que se celebre (carnavales, ferias, semana santa, toreo…) Con todo esto, no estoy decantándome por una cultura o por otra. De cada una admiro algo, y claro está que prefiero un libro a una corrida; y también por lo general han sido más puras las amistades que entablé con gente del norte (recibían menos sol) durante estos tres años viviendo con Erasmus, que las que hice con los sureños (andaluces y demás). En Andalucía alguien te pide fuego, cruza dos o tres palabras contigo, y ya es tu amigo. Acá es todo mucho más complicado.

Enfin, Herren und Damen, después de este quebradero, de este amasijo de opiniones, unas más acertadas que otras, me despido, y me acuesto. Creí necesario esta apreciación sobre el sol, y la fuerza que de este emana.



“A veces uno a de decantarse entre cultivar un camino, o vivirlo sin más; entre caminarlo sin estar este acabado, aun no siendo el mejor de los caminos, o dedicar largo tiempo a su creación. Yo imitaré al gorrión que jugando con la arena, construye y destruye su camino, pero siempre disfrutando del vivir, del ahora, del estar. Así me siento yo, y así quiero seguir caminando.”

Pal` que lo pille

David

1 comentario:

  1. Algo parecido a lo que dices aqui del sol lo pensé cuando anduve por londres, y eso q al ser yo gallego no soy el ejemplo prototipico de persona solar xD

    Me gustó lo de los caminos, la metafora de la vida como camino dá para mucho. Aunque yo siempre la deformo a una via del tren...

    Cosas =)

    (Gracias por dejar una huella por mi blog, por cierto)

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