Crónica 14: De vuelta en cableado

Cuando uno viaja, se encuentra numerosas veces con la duda de qué contestar a la pregunta, ¿de dónde eres?...


Sería bonito decir "del viento", como diría aquel cantautor argentino en su "Todas las hojas son del viento". Pero no, no somos del viento. Me atrevería a decir que cualquiera que de las redes sociales se lucre, mediante el desembolso de minutos del letargo fugaz de la existencia, a cambio de títulos nobiliarios que ostentan fraccionarias e insulsas "amistades", ya no podría ser del viento.

Es difícil ser del viento.

Cuando uno sueña, y se engalana de pesadillas y de sueños amargos, despierta. Siempre despierta, o muere. En el caso de que amanezca en visión, y desvele así sus turbias imaginaciones, no se tranquiliza hasta que comprende que fue el soñar, y no la vida, lo que causó su malestar. Entonces, uno se agarra a la vida, se aferra a ella, y sólo con saber de su vivir se tranquiliza y olvida lo ennegrecido; se amarra a un bote cuyo destino es el mismo naufragio con el que soñó; la vida es un bote límpido que poco a poco se enmohece... "nuestras vidas son los botes que van a dar a la mar, que es el morir".

Del mismo modo, quien fuera del viento sabría desviar su atención del mal, y templar su nervio al saber que el viento está ahí, que nada más es necesario. No somos del viento, somos del cable.

Esto me entristece, y peco de hipócrita y de falaz... pero no puedo evitar halagar el camino que más quisiera tener por propio. Somos un nada grato mecanismo en una sociedad informatizada. Somos el virus de la "amistad social". Propagamos un mal uso del lenguaje, y una metonimia del asco, eso sí, empalabrado todo en frescor y dulzura colorida y universal. Es importante ser universal, afamado, y honrado. Pero no se puede sostener un banquete en una mesa de tres patas, ni en un sombrero de tres picos.

Después de este vómito de pensamiento, comprenderéis que no sería "bonito" contestar a la pregunta que encabeza esta reflexión, "de dónde eres", con un burdo y soez "del cable". Más me gustaría, pero no puedo. Uno puede pensar que su madre es fea, pero jamás decírselo. Del mismo modo, uno puede idealmente quejarse de que la vida informatizada que él y sus compañeros comparten es una muerte corporal, pero nunca enfrentar semejante idea al otro, pues lo más bonito a recibir por el compañero sería un adjetivo de semejanza con "pedante", y lo más problable un "corto silencio" y un cambio de tema.

Los peces miran a otro lado cuando ignoran. Nosotros también lo hacemos cuando tememos el luchar, el esforzarse, y el perder- Pero con suerte, no todo estña perdido. Quizás podamos alcanzar una victoria, victoria de pocos rostros y de buenos amigos, más llena de pureza y de vitalidad, que la idea de almacenar 1.000 amigos en el chat.

Amo Andalucía, porque amo la tierra de mi huerta, y ese es mi viento. Amo Andalucía, porque el sol riega mi rostro y crea sombras de entre claridades. Amo Andalucía, porque amamos el lenguaje, y lo modelamos; y finalmente la amo, por su gazpacho, que es sangre de mi sangre.

Para tí, pequeño lector que me seguiste, y me sufriste. Piensa en tu lugar de pertenencia, pero no olvides que el cable sostenta todo tu ser, y que no eres más que un atrapado clip de metal, en un holograma con sabor a huerto.

Amén

"por cierto, vuelvo el jueves"

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