Crónica 15: Segunda etapa germánica, comenzó...

Querida Ángela Merkel, este año he sido bueno, y no querría, por tanto, que vueso país siguiera comportándose conmigo de un modo impersonal. Quisiera que en este nuevo año nos intercambiáramos los roles, vosotros levantarais España, y nosotros…en fin.



 (yo en el 93 con melenas, cuando luchaba contra tiranos de bigotillo y abdominales)

Soy feliz. A mí se me hace feliz con poco. Resulta que uno de mis amigos, un poquito metrosexual, pero adorable igualmente, me comentó que, para sentirse más sano, bebía todas las mañanas un vaso de leche. Al principio no me sorprendí, puesto que Belén Rueda lo hace todas las mañanas (saltando desde un barco y diciendo siempre la misma frase). Pero después, él supo cómo captar mi atención. Me dijo algo así como que la leche era natural 100%. Me gusta el algodón 100%, el chocolate 100%, y ahora no puedo pasar sin la leche 100%. Es increíble, me siento mamando las ubres, sintiendo como la leche me cubre por dentro, me alimenta, me eleva hasta el cielo, pasando por la diócesis provinciana y por el decanato parroquial. Es vida, créanme. Así que, ya tenéis otro incentivo para venir a verme. Leche

 (Guitarreo espontáneo)

Aquí en Alemania vuelvo a sentirme genial, pero no como en casa. En realidad la gente cada vez se le parece más, la comida tampoco difiere tanto con el tiempo, y al clima se acostumbra uno, como en España… Sin embargo, Alemania nunca podrá ser España. ¿Sabéis cuáles fueron las primeras palabras de caricia que me dedicaron nada más llegar a tierras hispánicas en mi vuelta navideña? “Quítate eso de la cabeza, mierdoso”… Y todo por llevar un gorro con orejeras. Esto es cultura, es don de gentes, es amor fraternal…esto, es, ESPAÑA.

Se lo intenté explicar a un amigo de acá. Le dije que hay muchos módulos de población algo difícil de tratar con ellos. No me entendía. Le di diferentes ejemplos: kinkis, canis, chonis, poligoneros, fosforitos, gentuza, chorizos, jinchos... Pero nada, seguía sin entender. No sólo eso, sino que se puso a enseñarme diferentes prendas de ropa que podrían resultar un poco atrevidas para usar en España, según mi descripción anterior, para que le dijera si, cuando viajara a la península, podría usarlas o no. Pero no me molesté en darle una respuesta con cada prenda. Únicamente le dije: "Amigo, con esta gente basta con que seas guiri". Así va España… (si Jesús Puente levantara la cabeza)


 (Cartel del principito, fotografiado por Pupe en Berlín)

De todas formas, os diré algo. Prefiero a alguien de la calle, poco curtido, y con poca educación, que a alguien que frivolice constantemente con su alrededor por haber nacido en el seno de una familia de lujosos posibles. Es decir, prefiero al kinki que dedicó ese cariño especial a mi gorro, que a la señora del zumo… ah, pero, ¿todavía no la conocéis??

Parábola de la señora del zumo (o lo que me ocurrió poco antes de despegar de España)
"Había una vez un niño que estudiaba en Alemania. Se encontraba aquella tarde en un sitio muy cutre, Terminal 1 de Madrid. El niño, llamado David, se acercó a un mostrador para pagar un sándwich de pollo. Allí se encontró con la mujer del zumo, ostentosa como ella sola. La señora estaba discutiendo con su marido y con el dependiente. No quería su zumo. Después de haberlo pagado, decía que no quería el zumo por dos motivos:

a) estaba servido en vasos de plástico

b) sino se bebe tras sólo un minuto de su elaboración, ya no sirve, pues pierde sus proteínas

ME CAGO EN LA ASQUEROSA DE LA MIERDA EL DESPOJO DE LA SOCIEDAD LA MALA OSTIA DE LA ASQUEROSIDAD SE DESPRENDA SOBRE ELLA AY QUE MAL SE QUIERE LA MUY PUÑETERA BAZOFIA DE LA MIERDA DE LA REPUGNANCIA CONSISTENTE EN SU CABEZA DE ASCO



(Mi vecina Melis y yo, celebrando en cumple de Didi y Linki)

Quitando este episodio, mi marcha hacia Alemania no fue nada mal. Comparándola con la primera, aquella desastrosa experiencia, (la cual podéis leer en la primera crónica en este blog), este viaje fue maravilloso. Incluso creo haber superado mi miedo a volar. No me mareé a la subida. No sé si por la pastilla que me tomé para el mareo, biodramina, o por mi predisposición a  no asustarme. Sea como fuere, lo conseguí. Logré viajar sin agarrar la mano de Pupe, compañera de viaje y de Erasmus, como ya todos sabéis. El único mal trago de todo el trayecto, además del de la señora de zumo, fue el momento “sudadera de los 90”. (Por favor, mi hermana que es experta en moda, y Alberto, que no lean esto, o querrán quedarse sin David)… Para pasar el control de equipaje, como llevaba sobrepeso (es la primera vez en mi vida que me dicen eso, sobrepeso yo,  que ni siquiera llego a mi peso ideal), tuve que ponerme muchas capas, y entre ellas, una sudadera ATADA A LA CINTURA… Lo sé, eso está totalmente desfasado… soy un cateto de los 90. Lo siento

Ahora, sin más dilación, me despido, que me espera la leche 100%.
 Buenos días!!

1 comentario:

  1. Siiiii porfin una nueva cronica!!!
    Pero abandonadito tienes el blog de cine ehhh... Si esq no se puede estar en tó leñe!

    ResponderEliminar